Jesús Sacramentado es el lugar privilegiado de la presencia divina: más que familiaridad, Cristo, especialmente en el Santísimo Sacramento, es cercanía amorosa, lugar privilegiado de la presencia divina.
La presencia Sacramental en la reserva eucarística es uno de los aspectos más amados de la Madre María Francisca de las Llagas y es en lo que más insiste en sus cartas. Hasta el punto de que esa Potencialidad llega a convertirse en un fin. La Divinidad y en concreto Jesucristo, se hace aquí presente tan realmente como cuando el Señor estaba presente con sus apóstoles en su vida terrena: Jesús Sacramentado tiene sentimientos; su cercanía no es una cercanía teológica o metafísica, sino una cercanía casi física o corporal. Nuestra Madre así lo experimenta, “Qué decir de la compañía del Santísimo!… que no se arrepienta de estar con ustedes, antes que lo tenga muy consolado y contento” (Francisca de las Llagas23-05-1935)“Jesús Sacramentado que es el único y fiel Esposo, las guarde, proteja y bendiga, puesto que ahora esta más junto a ustedes” (Francisca de las Llagas 07-07-1935).
Cristo Sacramentado, lugar privilegiado de oración. En particular Cristo en el Santísimo Sacramento es el lugar privilegiado de oración. La cercanía de la divinidad, tan especialmente sentido gracias a la presencia Eucarística, es sin duda uno de los motivos para la predilección que muestra Nuestra Madre por la ORACIÓN ante el Santísimo. Pero también la presencia Eucarística nos la recuerda, como lo dicen las Escrituras y el dogma, la entrega de Jesús a nosotros; y la más honda oración, para la Madre, es la que nos lleva a entregarnos a Jesús, como El se entregó a nosotros; esa entrega para la Madre tiene el nombre de unión: “Los ardientes deseos de su Francisca son: que pasen encendidas en llamas de amor seráfico, que vayan a perderse y consumirse al pie de Jesús Sacramentado” (Francisca de las Llagas 11-08-1927).“Acuérdese que es del Santísimo, que quiere decir amor inmenso a Jesús y entrega total, como Jesús se entrega cada mañana a su corazón para unirse a su alma en la santa comunión, es decir, unión, ser otro Jesús” (Francisca de las Llagas 13-03-1942).
La acendrada devoción a la Santísima Eucaristía fue una constante en la vida consagrada de María Francisca de las Llagas, que se puso de manifiesto en el singular fervor con que participaba en el sacrificio eucarístico de la santa Misa y tributaba culto a la presencia real del Señor en el Augusto Sacramento. Estableció como práctica permanente en las Comunidades del Instituto la ADORACIÓN del Santísimo Sacramento especialmente los jueves y domingos. Adorar y reparar al Señor de la Eucaristía por las profanaciones y sacrilegios inferidos por los hombres en el Sacramento de su extremado amor, fue la consigna con la cual fueron plasmándose la naturaleza, carácter, espíritu y finalidad del Instituto y estructurando las normas de su vida comunitaria y el apostolado.
“A imitación de Él entreguémonos sin reserva, así como Él se entregó y entrega cada día, en la sagrada Comunión, a nuestras almas” (Francisca de las Llagas 07-02-1930). “La sagrada Familia la colme de gracias… para que no aspiremos sino al único y anhelado fin que es ser verdaderas esposas de Nuestro Señor” (Francisca de las Llagas 05- 12-1929).
Cristo te llama.
Hermanas Franciscanas de Ecuador